CRI in the News | Salvadorans Could Displace Cubans as Third Largest Group of Hispanics in the U.S.

Salvadoreños podrían desplazar a cubanos como 3er grupo hispano más grande en EEUU

Image: salvadorenos.jpg

Por Melvin Félix
El Sentinel
July 17, 2013

No encontrarás ni una bandera salvadoreña en La Bamba, un restaurante en Delray Beach fundado por 10 hermanos que llegaron de El Salvador hace más de tres décadas.

Y es porque este restaurante, al igual que los otro cuatro que tienen los hermanos Molina en Broward y Palm Beach, sirve comida mexicana —y no porque los Molina no supieran cocinar pupusas y otras delicias salvadoreñas cuando decidieron abrir su primer restaurante en 1987.

"En ese tiempo, no era popular la comida salvadoreña", dijo Miguel Molina, el actual presidente de la compañía que maneja los restaurantes. "No se venía buscando patriotismo, sino éxito".

Al igual que los Molina —de manera sutil, estable y sin fanfarria nacionalista— han llegado para quedarse en Estados Unidos grandes cantidades de salvadoreños, tantos que se calcula que este grupo pronto sobrepasará a los cubanoamericanos como el tercero más grande entre los hispanos del país, después de los mexicanos y los puertorriqueños.

El cambio sorprendería a muchos en Florida, donde más de un millón de cubanos componen el grupo hispano más grande del estado, y donde los 55,000 residentes salvadoreños quedan demográficamente en la décimotercera posición, según el censo de 2010.

Aunque no se trata de una competencia, los inesperados cambios en crecimiento poblacional podrían seguir alterando el perfil hispano en EEUU.

A ley de 54,000

Numéricamente, los 1.95 millones de salvadoreños en EEUU ya sobrepasaron a los 1.89 millones de cubanos, según un reciente reporte del Pew Research Center, basado en estimados del censo de 2011.

Pero la diferencia entre estas dos cifras se considera insignificante hasta que la población salvadoreña sobrepase a la cubana en al menos 117,000 personas, dijo Ana González Barrera, una de las investigadoras del Centro que anunció las cifras el mes pasado.

"Para 2011, que es nuestro estimado más reciente, los salvadoreños hubieran tenido que alcanzar una cifra de 2.006 millones para nosotros considerarlos estadísticamente más que los cubanos", dijo González Barrera.

Es decir, a la comunidad salvadoreña le faltaban 54,000 personas en 2011 para estadísticamente pasar al tercer lugar, según el Centro Pew. Se espera que en futuros estimados los salvadoreños lleguen cómodamente a la tercera posición demográfica, dado que esa comunidad crece a un ritmo que duplica la tasa de crecimiento de los cubanos en EEUU.

"No creo que esta diferencia se deba principalmente a que haya cesado la inmigración cubana en las últimas décadas", dijo Jorge Duany, presidente del Instituto de Estudios Cubanos de Florida International University. "La diferencia principal es que la población cubana tiene una bajísima tasa de fecundidad, así como una proporción de personas mayores de 65 años mucho más elevada que la salvadoreña".

La edad media entre los salvadoreños en el país es 29 años, mientras que la de los cubanos es de 40, según las cifras.

Pero, para los cubanos, pasar al cuarto lugar en el perfil demográfico hispano nacional no implica una pérdida de poder político o económico, señaló Duany.

Como grupo, han alcanzado las dos cosas, especialmente en los negocios, alcaldías y legislaturas en el sur de Florida, donde dominan sólidamente como el grupo hispano más grande con casi un millón de habitantes y donde, además, cuentan con políticos prominentes, como el senador Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos.

"Entre otras razones, la proporción de ciudadanos estadounidenses entre las personas oriundas de Cuba (74 por ciento) es mucho mayor que entre las oriundas de El Salvador (57 por ciento)", dijo Duany. "Por lo tanto, el potencial electoral de los cubanoamericanos sigue siendo mucho mayor que el de los salvadoreños americanos".

Más que una pérdida o ganancia de estatus, el reporte Pew refleja un cambio en el mosaico latino en el sur de Florida y el resto del país, donde la variedad de culturas y países de origen es cada vez mayor.

Huyendo de violencia

Muchos salvadoreños llegaron al país luego que se desatara una guerra civil en El Salvador entre 1979 y 1992.

Tal fue el caso de la empresaria salvadoreña Margaret Delmont, quien hoy sirve como presidenta de la Fundación Zambrano y ha fungido como líder en la Fundación Salvadoreña de La Florida.

Delmont emigró a Florida el mismo año que comenzó la guerra; vino siguiendo a su madre, quien había llegado al condado de Broward en 1974 "con un dólar en la cartera" buscando mejores oportunidades económicas.

"Mi mamá se divorcia [en El Salvador], y en ese entonces era mal visto que una señora se divorciara", dijo Delmont, añadiendo que su madre era contadora en su país. "Muchos motivos conllevaron a que viniera a EEUU. No tenía apoyo económico allá y vino a Hollywood a cuidar niños por $30 a la semana".

Los hermanos Molina, cuyas edades fluctúan entre los 41 y 63, también llegaron luego del comienzo de la guerra, emigrando luego de que uno de los bandos tomara posesión de su residencia en los campos de Corinto, en Morazán.

"Manuel era un niño cuando la guerra comenzó", dijo Miguel, señalando a su hermano menor, quien hoy tiene 43 años. "Tuvimos que huir sin ropa y sin nada".

De dos en dos, los 13 hermanos entraron al país a través de la frontera mexicana. Uno murió en un accidente en Nueva York y dos regresaron a El Salvador; los otros 10 se establecieron en Fort Lauderdale en 1981 luego de que el mayor les consiguiera trabajos a algunos de ellos en restaurantes locales.

"Era muy duro. Por ejemplo, se me hizo difícil aprender a correr bicicleta porque estaba acostumbrado a andar en caballo," dijo Miguel. "Pero se me quitó eso de regresar a El Salvador como a los 20 años".

En 1987, con ahorros y dinero prestado, deciden abrir el primer restaurante La Bamba. Hoy, tienen cinco localidades, en las cuales trabajan todos los hermanos, además de sus hijos y sobrinos. "Vivimos bastante ocupados trabajando", señaló Manuel, el menor de los varones. "Nuestro padre siempre inculcó la importancia de trabajar. Eso se va grabando en la mente y ya lo traíamos todos al llegar".

Protegidos en EEUU

El fin de la guerra civil en 1992 no trajo paz a los salvadoreños, quienes aún lidian con una ola de pandilleros delincuentes y con grupos de crimen organizado.

La criminalidad es tal que, en 2011, El Salvador tuvo el segundo nivel más alto de asesinatos en el mundo, según el Departamento de Estado estadounidense. Esta realidad hace emigrar a muchos salvadoreños que buscan progresar, señaló Delmont, quien ha regresado a El Salvador a visitar familiares, pero hizo su vida en EEUU junto a su esposo y sus dos hijos.

"Un país sin seguridad no prospera porque no hay inversiones. Los negocios que tratan de adelantar o crecer son asaltados por crimen, robos e interferencias", dijo Delmont. "Eso hace que la gente se vaya. Tu ves adolescentes que tratan de embarcar a EEUU, porque saben que van a encontrar libertad y trabajo, o al menos la esperanza de prosperar".

Muchos salvadoreños vienen buscando la protección especial que les proveen varias leyes a personas de El Salvador.

Un legislador cubanoamericano clave para los salvadoreños fue Lincoln Díaz Balart, quien representó a Miami y parte de Broward en la Cámara de Representantes de EEUU, entre 1993 y 2011. En 1997, el legislador republicano impulsó la Ley de Ajuste Nicaragüense y Alivio a América Central (NACARA), la cual suspendió la deportación de miles de salvadoreños y otros centroamericanos.

"[NACARA] ayudó a más salvadoreños que a nicaragüenses, y mucha gente no sabe eso", dijo Diaz-Balart en entrevista con El Sentinel. "Por su título, naturalmente mucha gente piensa que ayudó a nicaragüenses más que a cualquier otra nacionalidad. Pero la última vez que vi cifras, NACARA ayudó un mayor número de salvadoreños, luego nicaragüenses, y luego guatemaltecos".

Díaz Balart caracterizó la ley como "el logro más satisfactorio" en sus 18 años como legislador. "Imagina, 500,000 personas que serían deportadas y ahora son residentes o ciudadanos gracias a una pequeña legislación", dijo.

En 2001, los salvadoreños también recibieron un Estatus de Protección Temporero (TPS) a través del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS), luego de que dos terremotos devastaran el país ese año. Aunque el TPS se había planificado para durar 18 meses, ha sido revisada y renovada varias veces, y recién fue extendida hasta marzo de 2015.

El ex-congresista añadió que está a favor de esfuerzos en el Congreso de impulsar una reforma migratoria, y dice que la visión de su partido ha evolucionado desde que él servía como legislador.

"Hay millones de personas que están siendo discriminadas, abusadas, que no tienen derechos y viven en las sombras", dijo el republicano. "Eso está mal".

Los Molina dicen que apoyan una reforma migratoria que dé igual oportunidad a todo inmigrante. "Uno nunca olvida", dijo Manuel. "Al igual que llegamos nosotros con sueño de prosperar, sigue llegando gente con ese mismo deseo y hay que darles oportunidad".

Sus hermanos estuvieron de acuerdo, señalando que no les afecta pero sí les importa.

Y es que no vienen buscando patriotismo sino éxito.

CIFRAS

55,144

Salvadoreños en Florida

9,380

En Broward

17,695

En Miami-Dade

5,958

En Palm Beach

Fuente: Censo 2010